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BCN sense por


BCN sin miedo

Puede que ésta sea la primera carta que recibes desde tu ingreso en prisión. También puede que no lo sea, pero a mí me gusta creer que llego a los sitios en el momento oportuno, cuando se me espera o se me necesita. Puede que tú no me esperaras o no me necesitaras, pero creo que, egoístamente, yo a ti sí.

Salam aleikum, Mohammed.

Mi nombre es Laura, tengo 26 años y, entre muchas otras cosas, soy abogada. Llevo varios años dedicándome en cuerpo y alma a las personas que habitan las prisiones y, cuando ayer vi al equipo de La Sexta Noticias en la puerta de Alcalá-Meco, supe de inmediato que tenía que ir a verte. No ha sido una decisión fácil, no lo ha sido porque soy de Barcelona; pero tengo que ir a verte. Necesito que quieras que vaya a verte.

Lo necesito y no sé muy bien por qué, pero quiero tratar de explicártelo. La verdad es que ahora mismo no tengo muy claras mis ideas, así que quizás me contradiga en algún momento. También puede que sea incapaz de explicarme, que acabe haciéndome un lío y que acabe tachando la mitad de la página. Perdóname de antemano; no es éste un conflicto interno que tenga que superar todos los días!! Bien sabes tú que desde el pasado jueves se han hablado infinidad de cosas sobre lo sucedido y, sobre todo, sobre vosotros: la prensa, los políticos, la gente... en fin, todo el mundo ha querido dar su opinión. Las calles se han convertido en un hervidero de odio, de miedo, de incomprensión, de rabia y de impotencia. Se han convertido en un campo de cultivo idóneo para que en un futuro no muy lejano se den otros escenarios ricos en violencia, xenofobia, islamofobia y demás -ismos y

-fobias. Tú y todos los demás os habéis convertido en una diana fácil y en un blanco al que no dejar de atacar, pero yo me niego a ello: no quiero, me niego a que os ataquen. Me niego a que te ataquen.

Me duele lo sucedido en Barcelona, pero más me duele imaginarme un segundo en tu piel. Me duele saber que todos mis recuerdos en Las Ramblas han sido asediados por la perversión y la sangre que he encontrado en las imágenes que se han difundido; me duele saber el calvario por el que pasan incontables familias, incontables amigos, mi gente. Me duele saber que hay quienes jamás podrán volver a pisar Las Ramblas, pese a ser un sitio mágico, único. Me duele ser conocedora de la pena y la tristeza que aún llevan algunos de los amigos que integran los cuerpos de emergencias que estuvieron allí ese jueves. Me duele todo eso y mucho más, pero es extraño intentar transmitir el cóctel de sensaciones que se te planta en el estómago cuando suceden estas cosas. Sencillamente, es algo que me duele sin querer darle más vueltas.

Bastantes vueltas le habrás dado tú ya estos días, los días de antes y los que aún vendrán.

Lo que sí quiero decirte es que necesito verte. Yo no sé vivir con los sentimientos del odio, la venganza y la ira. Quiero verte y sentirme en paz. Quiero verte y decirte que yo no te odio, que yo no quiero vengarme. Supongo que en algún momento pude ponerlo en duda y que, por ello, necesito verte. Supongo que de alguna manera necesito verte para pedirme perdón a mí misma. Necesito reconciliarme con mis ideas y mis valores, que a veces parecen no ser tan férreos como yo creería. Necesito pedirme perdón por haber dudado de que el ser humano es bueno por naturaleza; de que la famosa frase de que “el hombre es un lobo para el hombre” no es más que una forma de distorsionar nuestra esencia para justificar lo mucho que nos corrompe el poder; de que tú, al igual que yo, eres amor en estado puro. A veces vivimos situaciones que nos hacen ponerlo en duda pero, al final, ése es el único denominador común que tenemos todas las personas.

Todo lo que no es amor, es circunstancial.

[...]

Aleikum salam.

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